martes, 31 de agosto de 2010

Teibolera de clóset.

Me gusta pensar que soy libre, que hago lo que se me pega mi gana, que no le rindo cuentas a nadie y que tampoco tengo a nadie a quién complacer. Pero la verdad es que estoy muy lejos de esto. Soy esclava de los prejuicios sociales y los míos propios.

Soy una teibolera de clóset.

Yo digo que me encanta mi profesión y que me hace muy feliz, pero entonces porqué no se lo cuento a nadie? Porqué no me dejo grabar y tomar fotos como muchas de mis compañeras? Porqué no pongo una foto real en mi perfil de FB o en este blog?

Porque soy una teibolera de clóset.

Porque a diferencia de otras que abrazaron la profesión para siempre, yo no estoy dispuesta a hacer ese compromiso. Porqué no soy libre? Porque tengo personas cercanas que estoy segura serían víctimas de discriminación, burla o insultos, si se enteran que yo soy teibolera. Porque no me atrevo a dar la cara, porque no quiero ser teibolera toda mi vida, porque quiero no tener que darle explicaciones a nadie. Y este trabajo, para mi desgracia, siempre exige dar explicaciones.

Porqué? Porqué?

Porqué no me atrevo a salir del clóset?

viernes, 27 de agosto de 2010

Virgen de las vírgenes

Se acuerdan de esta rola de Gloria Trevi? Antes de convertirse en esclava sexual y todo el pedo de apendejamiento que sufrió gracias al pervert del Sergio Andrade?

Bueno, pues yo estaba suuuper morrita como para entender el significado de la letra pero bien que andaba cante y cante las canciones de mi entonces ídola. Pero y ustedes qué culpa tienen de mis traumas infantiles, cierto?

Todo salió a la plática el lunes creo... (o fue el martes?) con un chavito que llegó al AVPM apadrinado por uno de sus tíos, que ya es viejo lobo de mar y se las sabe todas. Pero el escuincle éste bien verde y aparte de provincia. No tiene nada de malo ni estoy tachándolo de nada, sólo que a mi parecer como que en provincia son más mochos conservadores y más  hipócritas tradicionalistas que en Chilangolandia. O tal vez sea que en el defectuoso ya nos volvimos muy cínicos, quién sabe.

El caso es que el escuincle que con pedos llegaba a los veinte años (y me fui alto) me empezó a hacer preguntas clásicas:

  • Y qué hace una chica tan "bonita" en un lugar como éste?
  • Qué no estudiaste?
  • Qué tus papás no podían pagarte la escuela?
  • Qué no puedes trabajar en otra cosa?
  • No has encontrado a alguien que te mantenga?
  • A poco a tu novio le gusta que trabajes aquí?
  • ad infinitum
Me aguanté la risa al principio, y después de un rato tuve que hacer un esfuerzo sobre humano para no agarrarlo a cachetadas cuando empezó a debrayar con cosas como "si fueras mi novia no te dejaría trabajar y mucho menos en  un lugar así" y luego salió con cosas como "bueno, es que todas mis novias han sido vírgenes"... claro, hasta que se lo encontraron y les exigió "la prueba de amor" y luego a sus ojos pues ya no se lo merecían (a él como novio).
Yo no tenía ánimos para discutir con semejante pedazo de animal por lo que sólo me limitaba a hacerle preguntas para ver hasta dónde llegaba. Sus argumentos eran tan débiles y tan pendejos como: 

  1. Es que yo soy hombre (por lo que me puedo coger a cuantas se dejen).
  2. Es que con las mujeres es diferente (porque deben llegar castas y puras al matrimonio).
  3. Es que si no (refiriéndose al punto anterior) son putas (y eso es MUY malo).
  4. Es que yo MEREZCO una virgen para que sea mi esposa.
  5. Ad nauseaum.
Increíble.
Cómo es posible que haya escuincles nacidos en los 90, en la era de internet, de tantos avances tecnológicos y científicos pero que socialmente sigan teniendo una mentalidad de principios del siglo anterior? Qué los papás de este chamaco no vivieron los 60 y la llamada Revolución Sexual? Dónde estaban? Me daban ganas de preguntarle: qué tus papás no fueron a la escuela? O fue escuela de monjas? Yo conozco a un par que salieron de cierto colegio con nombre de virgen, que de santas tienen lo que yo de maestra de primaria; que perdieron su virginidad antes de los 15 y que desde entonces no han dejado títere con cabeza. Y?

Además la virginidad está sobreestimada. Le dan mucha importancia cuando en realidad no es más que una experiencia más. Puede ser buena o mala, divertida o aburrida, inolvidable o perfectamente olvidable, como muchas otras experiencias del desarrollo humano, pero de eso a que sea determinante para que una mujer sea merecedora de casarse con un güey (o al revés)... esas son mamadas.

Y además es un riesgo!! Qué tal que se casa virgen la vieja y resulta que el marido es precoz o pendejo (o una combinación de ambas, que es aún peor y sucede más a menudo de lo que uno desearía) y ya se chinga para toda la vida (en teoría) porque ya no se enterará de lo que es un orgasmo. Por que claro, me imagino que se casa vírgen, pos tampoco habrá tenido la idea siquiera de masturbarse porque eso es algo sucio. Horror.

O puede pasar que el tipo en cuestión no sea malo pero tampoco sea tan bueno. Cómo tener punto de comparación si sólo te acuestas con uno? 

Y si la vieja no es virgen pero lo finge? jajajajaja! 

Cuando tenía como 18 y estaba recién desempacada en el AVPM, conocí a una chica que no era del ambiente. De hecho no sé ni de dónde salió pero la recuerdo porque en una de esas me contó que por fin se había acostado con su novio y que él pensó que ella era virgen y ella no lo sacó del error. La realidad es que ella no era una experta, pero ya se había acostado por lo menos con tres y claro, nos cagamos de risa de la ingenuidad del otro.

Pasaron algunos años y me enteré que él decidió casarse con ella porque al final, él había sido "el primero en su vida" (qué risa esta expresión) y ella se merecía que él le respondiera (me pierdo un poco en este argumento, pero bueno).

Además para los hombres también puede ser riesgoso. Se casan con una que en la vida ha visto una verga, que jamás se la ha mamado a nadie y que no sabe distinguir una mancha de semen de una de activia de ciruela. Qué tal que le da pena que la vean desnuda? O que considera que de perrito es una posición para putas? O qué tal que no se depila la puchita porque sólo las teiboleras hacen eso? O no le gusta que le digan cosas sucias al oído y mucho menos que le den nalgadas?

Claro que por eso luego los hombres tienen que buscar fuera de su casa lo que en ella les hace falta (argumento más barato que un chicle motita) y ya mejor le paro porque ya me estoy imaginando una novela digna de el canal de las estrellas.

Que se la pasen bien este fin de semana, o se las pasen, según sea el caso.
Besitos,
Xinnah.

sábado, 21 de agosto de 2010

Crónica de un Fin de Semana Inesperado (vol. III y último)

Un día más y estaría de regreso en Chilangolandia por lo que decidí que entonces me la llevaría super relax. No quería abusar de mi soledad por lo que esa noche no habría margaritas ni otro tipo de trago coqueto. Bueno, lo que cuenta es la intención o no?

Pasé todo el día en la playa tratando de aumentar el bronceado pero a la vez deseando que alguien apareciera y me diera un encerrón de miedo hasta la mañana siguiente. Las hormonas parecían aún estar inquietas pero a la vez mi ánimo era más bien apático.

Pensé por un momento irme de compras o a recorrer la playa pero rápido deseché ambas ideas de mi mente. Me quedaría ahí, tirada cual res, todo el día. Saqué el famoso libro y aún no llevaba ni la segunda página cuando mi celular sonó. No reconocí el número por lo que no contesté. No quería saber nada de nadie en ese momento y si era urgente dejarían un mensaje o llamarían más tarde.

A los cinco minutos me llegó un mensaje escrito con una "invitación". Firmaba el Tipo Equis. Ni siquiera recordaba en qué momento me pidió mi número. Claro que con un poco de esfuerzo me acordé entonces que antes de despedirnos la noche anterior me lo pidió. Y yo se lo dí aunque la verdad no pensé que fuera a llamar. Cuántos no dicen "te llamo" y nunca lo hacen. Bah!

Nos vimos a la entrada de mi hotel y de ahí nos pasamos al barecito de enfrente que tiene buena vista, buen servicio y cierta privacidad. Las margaritas empezaron a hacer efecto y yo empecé a sentir de nuevo ese calor que me recorría la espalda y las nalgas, así que sin más le callé la boca con un beso  y me pegué a él. Me abrazó al principio con cierta timidez pero yo no dejaba de meterle la lengua por lo que las palabras sobraron... como siempre.

Subimos a mi habitación con la misma urgencia que yo subí sola el día anterior. Le confesé las ganas que le traía y él sonrió satisfecho, como si no le dijera nada nuevo.

Me desvistió y me sentó en la cama y empezó a darme el sexo oral más delicioso que he recibido nunca. La punta de su lengua tocaba mi clítoris muy despacio, a veces en círculos y a veces en línea de abajo hacia arriba. Yo me iba mojando con cada movimiento y entonces quise devolverle el favor pero él no me dejó. Me volteó  y me puso en cuatro sobre la cama y él de pie seguía comiéndome ahora desde atrás y en una de esas sentí una fuerte nalgada que me excitó mucho más.

Se puso un condón, y al momento que me penetraba me dijo que tenía el mejor culo que se había cogido en su vida; me jalaba el cabello de la nuca diciéndome: "eres una puta, y a las putitas como tú hay que cogérselas bien". Yo estaba a punto de venirme y él se dio cuenta  porque entonces me puso sobre mi espalda y me dijo "tócate, quiero ver cómo te vienes" mientras él se masturbaba y me miraba maniobrar en mi "pepita".

Al momento de venirme me mordió un pezón y me metió uno de sus dedos suavemente a la vagina, incrementando el placer a tal punto que me hizo gritar. Se quitó el condón con prisa y se vino sobre mis senos. Lo limpié con cuidado con la lengua y su piel se erizó de pies a cabeza.

Me quedé dormida escuchando su voz en mi oído, diciéndome que le gustó hacerme gritar y que a la siguiente usaríamos ese vibrador que vio muy tarde sobre el tocador del baño.

Desperté y lo vi ya alcanzando la puerta, se regresó a besarme en los labios y dijo "Alrato te llamo".

lunes, 16 de agosto de 2010

Crónica de un Fin de Semana Inesperado (vol. II)

Él, era un tipo de lo más equis. Ni gordo ni flaco, ni bajo ni alto, ni blanco ni moreno. Era más bien uno de esos especímenes de cara perfectamente olvidable. Uno de los que se pierden en un grupo de cinco y no podría llamar la atención aunque lo intentara. Llevaba unos dockers beige y un polo blanco, un reloj cero ostentoso y creo, que una cadenita de oro al cuello... aunque no estoy segura. No llevaba anillos y no le vi tampoco celular o blackberry, ipod ni cualquier otro gadget de los que  la mayoría de los hombres adora presumir.

No me estaba coqueteando ni trataba de impresionarme. Era un extraño ejemplar sin pose y sin aparente objetivo más que el de charlar... Yo no salía de mi asombro a pesar de ya llevar un buen rato sentados en una banca platicando de todo y de nada al mismo tiempo.

Dejé de escuchar su plática en un momento y mi mente empezó a volar. Me imaginé esos labios recorriendo mi cuello, esos dientes grandes y parejos mordiendo mis hombros. Inspeccioné sus piernas a través del pantalón y vi unos muslos de corredor, fuertes y bien formados. Después miré sus manos y me dieron la impresión de ser manos de niño. Más bien pequeñas, sin cicatrices ni marcas de ninguna especie. Claro, trabajar frente a una computadora provoca si acaso Síndrome de Túnel Carpiano, pero eso no se nota a simple vista.

Empecé a poner más atención entonces a su cara. Qué diablos tiene este tipo que ha hecho que me quede aquí pendejeando como noviecita de pueblo sentadita, en lugar de irme a echar desmadre? Para estas alturas yo ya me había olvidado de leer y quería guerra. Vi que sus ojos no eran cafés como yo pensaba sino color miel claro, y él notó la inspección de la que estaba siendo objeto porque se me quedó mirando igual, fijamente y en silencio. Sentí como un cosquilleo me recorría la espalda y era una sensación rica, sentí mis pezones duros debajo de mi blusa y moví los brazos tratando de taparlos. -Y desde cuándo tan tímida, pensé. Me pareció ver que él sonrió ligeramente pero no puedo estar segura. Yo lo hice pero su gesto no cambió.


Yo quería guerra y decidí despedirme. Pensé en que mi vibrador me estaba esperando en mi hotel y en las pelis que seguramente me encontraría. Quería guerra y no me iba a llevar a este tipo que acababa de conocer y que ni siquiera me gustaba. Sin embargo había algo de él que me calentaba a morir. Por un segundo consideré invitarlo al hotel. Digo, no sería la primera vez que me aventara un One-Night-Stand pero una cosa es salir de cacería y otra andar desarmada y que la presa nos encuentre por casualidad.

Llegué al hotel y la espera del elevador se me hizo eterna. Entré a la habitación y me desnudé en friega. Cerré las cortinas, bajé la luz y prendí la tele. Encontré una peli donde dos hombres le daban a una morena sobre un sofá, mientras otra se masturbaba sobre una silla. Me senté enmedio de la cama y empecé a tocarme. No necesité el lubricante, estaba mojadísima. Qué pedo conmigo? Pusé el vibrador en velocidad 5, no estaba para empezar despacio. Me urgía venirme, una y mil veces. Me lo imaginé mordiendo mis pezones mientras  jugaba al mete-saca con mi dildo. 

Imaginé su voz diciéndome que sabía quién era y lo que me gustaba y por eso él me iba a dar lo que yo tanto deseaba. Me lo iba a dar todo por atrás mientras me metía el consolador por delante. Mis gritos se confundieron con los de la morena de la tele y quedé rendida y con la vulva palpitándome aún.

Después sólo un pensamiento ocupó mi mente hasta que me quedé dormida "Me lo tengo que coger".




jueves, 12 de agosto de 2010

Crónica de un Fin de Semana Inesperado (vol. I)

Bien dicen que nada como un viaje para expandir nuestra perspectiva, y pues la neta, aunque al principio fue un fin de semana de negocios, los días que me tomé después me ayudaron muchísimo. Claro, que al tigre no se le borran las rayas cuando está descansando. Así que les voy a contar que me porté un poquito mal.

Pero nomás tantito.

Digamos que de viernes a domingo el asunto fue estrictamente de negocios. Yo como acompañante claro, de un hombre de no malos bigotes y corazón harto generoso. Justo como me los recetó el doctor. El caso, es que eso de ir de "Asistente Personal" es muy divertido cuando las conferencias se acaban y todo el mundo saca su YO interno y verdadero. Es todo un espectáculo ver a las féminas en traje sastre, apuradas y super serias el primer día, y al final del segundo verlas todas desveladas, ojerosas, y tratando de dismular las cogidotas que les meten sus jefes y sus colegas.

Era casi el paraíso.

Pero como la vida sexual de la demás gente me viene valiendo madres, en la tarde de ese sábado yo estaba en thinking mood y le pedí a mi cliente VIP que me cambiara el boleto de avión para ayer pasado el medio día. Necesitaba tiempo para mí y él que es tan comprensivo no se negó a nada. Incluso, me cambió de hotel a uno de más bajo perfil pero igual de cómodo y me dejó una lanita extra para mis "chuchulucos". 
Si no supiera cómo es de cabrón, ya le habría aceptado el puesto de Casa Chica No. 3 que tan insistentemente me ha ofrecido. 

En fin que nos despedimos en el lobby del segundo hotel y ya lejos de las miradas curiosas del personal que aparentemente no se percatan de nada pero en todo están, se trepó a su taxi y me dio las llaves del carro en renta. Aproveché para darme una vuelta sobre la avenida principal y ver qué había de nuevo en ese lugar que ya conozco tan bien. Una nueva boutique, un nuevo restaurante y el mismo antro de siempre aunque yo no estaba para fiesta esa noche.
Me compré un nuevo traje de baño, nuevas sandalias, lentes de sol desechables y un nuevo esmalte de uñas. Necesitaba un pedicure urgente pero odio a las dependientas de las estéticas que son tan delicadas como un carnicero de La Merced por lo que decidí que me tomaría un par de horas para consentirme en el hotel.

Después de  una sesión de belleza en el jacuzzi con mis exfoliantes, mascarillas y demás, me sentía como nueva y con mucha energía, por lo que me fui a mi restaurante favorito, pedí esa pasta con salmón que tanto me gusta y al final me eché una margarita de esas que sólo Martín, el barman de ese lugar, sabe preparar. Disimuladamente, le dí una escaneada a las mesas de alrededor y me encontré con varias parejas de esas nice festejando aniversarios, un güey con copas de champaña que a lo lejos denotaba una propuesta matrimonial en puerta, un par de familias con chamacos ya dejando la adolescencia -y una cara de aburrimiento peor que en misa-  y sólo yo como hongo en la mesa para dos en la que me sentaron. 

Es chistoso porque los meseros siempre preguntan si estoy esperando a alguien con una sonrisa, y cuando contesto que no ponen cara de perritos regañados y me atienden rapidísimo y de buen modo. 

Que así fueran siempre, los cabrones.
Total que ya estaba al final de mi margarita cuando vi que alguien entró, me miró por un par de segundos como queriendo reconocerme y luego desvió la mirada al responderle el saludo al capitán de meseros. Pedí una segunda margarita porque ese Martín tiene una mano maravillosa y me quedé pensando en mi siguiente parada. Bar o Antro? Caminata o cuarto de hotel? Peli o Libro? Sex Shop o Playboy Channel? Balcón o Piscina? Kinky o bien portada?

Pagué mi cuenta terminada mi tercera margarita, y al salir del restaurante sentí la mirada de alguien y al voltear sólo vi un par de ojos sorprendidos y un dedo sobre los labios de un cuasi-adolescente que me pedía guardara silencio. Mi mente empezó a buscar en mi archivo de caras la de este chamaco y lo reconocí al fin. Uno al que le puse un estate quieto hace como dos semanas por andar jugando al fotógrafo con su celular.


Seguro pensó que lo delataría delante de su mamá, pero qué necesidad de arruinarle el cumpleaños a la señora? Me cagué de risa y me regresé caminando al hotel. Ya le cobraré mi silencio en el AVPM la siguiente vez.
En el camino encontré como siempre un sin fin de vendedores ambulantes que me ofrecían desde pulseritas y colguijos de plata hasta trencitas de colores y tatuajes temporales, pero el más extraño de todos fue uno que vendía libros usados. Bien dicen que hay que ampliar la variedad de los productos o extinguirse en el mercado. Me paré a leer los títulos buscando uno que me llamara la atención cuando sentí  acercarse a alguien.


Se agachó interesado y tomó un libro mientras yo dejaba "El Manual de la Perfecta Cabrona" de nuevo sobre el piso cubierto por una manta con estampado de plantas de mariguana. Encontré entonces un libro que me sonó conocido "The Girl With The Dragon Tatoo" así en inglés, y me acordé del cliente que alguna vez me lo recomendó. Hice ademán de tomarlo con mi mano izquierda cuando otra mano hizo lo mismo al mismo tiempo.

Era él, pero yo no lo sabía. Me dijo que yo tomara el libro pero le dije que lo iba a comprar, que si quería verlo se lo "prestaba" para examinarlo pero que al final me lo iba a llevar. Entonces sacó rápidamente un billete de su cartera y se lo dio al vendedor mientras yo decía "Oye, noooo!"

Pinche güey, pensé yo. Me decido a leer y me gana el puto libro.
Estaba a punto de mentarle su madre cuando al recibir el cambio me miró y me dijo: "Te lo regalo"
Se me bajaron los calzones, literal. Pero no ahí ni en ese momento.

martes, 3 de agosto de 2010

ok, ok, sí ya! Ese pinche vacíooooooooo!!

Primero, escribo este post estando super encabronada conmigo misma por pendeja. Contesté todos los comments del post anterior y no se publicaron porque excedía el número de caracteres y TODO SE FUE A LA MIERDA!!! Y como no estoy en condiciones de repetirlo todo (lo repito o escribo algo nuevo) pues se aguantan.

Lo único que recuerdo que sí vale la pena mencionar es que Metrópolis mencionó a El Vacío.

Ese que no se llena ni con halagos, ni con regalos, ni con un nuevo par de zapatos. Ese que no se va aunque nosotros seamos las que nos vayamos a la playa, o de fin de semana a Valle, o de shopping, o a tomar el trago con las amigas. Ese que siempre nos está esperando en casa, cuando llegamos cansadas, con el peinado a cuestas, las pestañas postizas a medio pegar, una uña rota y una cruda moral. Ese que siempre está ahí cuando nos desmaquillamos y desayunamos una rebanada de pizza fría y un café de microondas.

El mismo que está aquí a mi lado cuando en las madrugadas me encuentro sola frente a mi lap sin más compañía que estas letras y mi propia anonimidad.

Ese es el precio por las noches de glamour, las luces, las miradas ansiosas, las pelucas de colores y los perfumes caros. El precio de esta vida "fácil" como los que no tienen ni puta idea de ella, la llaman. Ese vacío que se compara con el eco de una risa, la tibieza de una sábana que dura apenas unos segundos, o la toalla húmeda que queda en el piso de un hotel.

Ese vacío que sólo puedo echarme al hombro y con él seguir haciendo mi vida; bailando en el AVPM, riendo con mis clientes, haciéndolos felices, escuchándolos y aceptando su dinero, su atención y sus regalos.

Ese, mis queridos alumnitos, es el que me acompaña en todo momento.